jueves, 24 de noviembre de 2016

Los invisibles

Somos invisibles, hermano, no hay vuelta que darle.  Será cuestión de suerte; de falta nuestra y de sobra de ellos.
Ya me cansé la verdad. Hasta hace unos meses me conformaba con eso del camino difícil, del aprendizaje completo, de los obstáculos necesarios. 
Pero no. Se terminó.
Somos dos grandes profesionales; tenemos muchas cualidades, mucha habilidad, la sensibilidad necesaria, la chispa. No es suficiente, ¿eh? No hay vuelta atrás. Parece que se pasa el tiempo y sigue lo mismo con nosotros. Estamos estancados en ese submundo medio oscuro, de la aceptación snob de los seres que lo transitan. Somos semitonos, semitodos.
Desastre, hermano.
Y viste cómo llegan algunos. Casi sin querer. O arriesgándose, dejando todo por eso y nosotros que no tenemos esa oportunidad que estos tienen. O capaz es algo que no tenemos. O el destino, qué se yo.
Capaz que el público no es el adecuado o nosotros no somos los adecuados para ellos.
Estoy muy cansado, hermano. Nadie nos ve. Seguimos escondidos, tapados. No salimos a la luz.  Nunca más. Y cansa.