viernes, 22 de marzo de 2013

Viernes de limpieza

Héctor llevaba ya una semana sin fumar y eso para el era todo un logro, un premio. Se sentía mejor de los dolores de cabeza y controlaba la ansiedad con unos chicles mentolados que le había recomendado una amiga. Ese viernes había madrugado como de costumbre pero en vez del usual remoloneo improductivo, esta mañana pecaba de diferente. Hizo todo lo que tenía planeado. Y eso que no era hombre de planes ni de proyectos, ni de organizar nada. Había baldeado el balconcito que da al baldío y regaba las azucenas, regalos de Misia Jazmín, erudita en botánica hogareña. Esperaba los malvones y un par de temas mas. Repasaba el parquet del living con un trapo húmedo y fragancia a lavanda. Cada lampaceada era un paso de baile. Era todo un amo de casa y eso lo hacía sentirse útil. Cuando removía el sarro del baño se cortó un poco el dedo con la fibra metálica, pero por fortuna quedaban gotas de iodo que humedecieron la gasa que envolviá la lastimadura. Arregló la persiana maltrecha de la habitación. Esa madera está para el cambio pero con la remendada de Héctor aguantaría un mes más aunque sea. El ruedo del pantalón lo coció como pudo, despues le diría a alguna de las chicas de la oficina que lo ayudaran con eso. Fue lo único que hizo a medias en la mañana. Tomó un café liviano con unas masitas de frutilla y crema que guardaba de cuando vino la tía Clelia y tiró a la basura un paquete casi lleno de Lucky Strike que encontró escondido en un cajón de medias. Iba y venía por todo el departamento saltando las bolsas de basura que se acumulaban al lado de la puerta de salida. Al lado parecían estar usando la aspiradora. Será día de limpieza en el edificio? bromeó. Planchó su camisa blanca y descolgó las medias de la soga. Estaba ansioso de que lo vean tan bien vestido y con las buenas noticias que llevaba. Se bañó cantando a los gritos y ya estaba pensando en el próximo movimiento dentro de la cocina. Se secó con la toalla que todavía seguía húmeda de la noche anterior y se recortó un poco la barba. Se miró al espejo y sonrió con confianza. Hoy es tu día Héctor. Puso la olla en el fuego con un poco de agua para los fideos. Comería en la oficina con las chicas. Saltó las bolsas de basura y fue a buscar un librito de recetas que mamá Bianca le había mandado hace unos años. Salsa Matrièrè; Cebollas salteadas, extracto de tomate, hongos fileteados, tomillo y crema de leche. Decidió hacer una filetto mas simple, no quería hacer esperar a las chicas y tenía sólo el tomate de los ingredientes que pedía la receta. Pateó una bolsa verde de residuos y empezó a armar la mochila con prisa. Casi olvida los lentes. Hoy no! Tomó la pastilla de los nervios y un sorbo enorme de soda fría. Eructó con ese placer ruidoso que dan la soledad y un eco acústico en un living vacío. Empezó a llevar las cosas del living, de la pieza al living. El parquet ya se había secado. Corrió las bolsas para poner una mesita ratona. Se hartó de las bolsas y juró que despues de colar los fideos sacaría la basura a la calle. Sonó el teléfono celular para avisar que la línea acusaba deuda y que el servicio sería interrumpido. Incomunicado hasta el lunes que cobraban el sueldo en la oficina. Tendría que mandar unos mails desde el trabajo para avisar. Los fideos estaban un poco pasados. Viernes, nada importaba ya. Ocho bolsas y hacía malabares para no tirar ninguna. No iba a hacer dos viajes ni mamado. Cuando estudió el lugar donde llevaría cada bolsa las dejó en el piso y buscó las llaves que estaban calladitas tras una de las patas de la cama. Arrimó las bolsas a la puerta y cuando la segunda vuelta de llave empezaba, quedó a la mitad... Fuerza, ingenio, nada hacían dar a la lalve esa media vuelta que le faltaba para abrir. Fastidio, tranquilidad, fuerza, gritos... La puerta cerrada y risueña y Héctor al borde del ataque de nervios con unos fideos humeantes y encima pasados en su maletín. Si con razón las cosas estaban saliendo tan bien! Se caga de risa el destino! Pateó la puerta con un insulto. Atinó telefonear a la portera pero claro, la línea estaba suspendida. Desde el 10mo piso en el balconcito que daba al badío, esta vez limpio, Héctor se sentía el más idiota de los prisioneros con una buena noticia que no iba a poder dar. Tomaba vino y sonreía vestido de punta en blanco, con ocho bolsas de basura en la puerta y esperando el día que alguien lo vaya a visitar...

viernes, 15 de marzo de 2013

Años de mudanza

Discrepar

Disculpame Rubí pero voy a discrepar. No me importan ya los verdaderos culpables porque las víctimas somos nosotros! Si al final uno no es dueño de nada y ellos lo son de todo, y de todos, incluso de tu vida, de la mía. Podés decirme lo que quieras pero así como vos no das el brazo a torcer, yo no voy a darte la razón...Además es una forma de decir nomás! Es hasta que te toque a vos Rubí, Dios no lo permita! Es una forma de decir también! Yo tampoco creo en Dios! Pero te das cuenta... Si al final uno vive con miedo y ya ni tener lo suyo puede que tenés que andar con mil ojos, y mirá, mirá ese... yo tengo la culpa? Pobre criatura, descalza, mirá! A los nenes no los puedo sacar! Y menos para que vean esto! Si ya son plaga! Bueno, mayoría, está bien! Ni hablar saben, gritan y ya tienen un idioma propio parece, eeeehh! Qué se yo qué dicen! Que me escuchen, que me importa? Total vos estas de su lado me la banco solo. Es un chiste, no seas extremista, se te va a quedar la cara arrugada, no gruñas. Vos no me vas a cambiar a mi, yo no te voy a cambiar a vos. Y mirale las zapatillas! Mas caras que las mías, son robadas, fija... o truchas, o de algún container. Viste que estos se la rebuscan! Noooo!!!! No me limpies el vidrio maestro! No tengo nada! Lo único que tengo! Qué bárbaro! Se te avalanzan no te dan tiempo a nada, che! Subí la ventanilla Rubí! No, no, que yo me rompo el culo laburando y estos mirá! No! No le gustan las flores y además se las compra el esposo! Viste lo que te dijo? Vos tambien siempre insinuando, para qué le sonreís? Cómo anda tu marido? Lo extraño un poco a veces. No te cambio de tema! Te pregunto nomás! Ok, pero es peligroso que te bajes acá... mirá esos dos en la esquina. Chau... Nunca digas 'negros de mierda' delante de Rubí...

verano de primos

Lo que despertaba Solange en él era nada. No lo llenaba en absoluto, es más, estar unas horas con ella lo apartaba de sus pensamientos, de él mismo. Lo único que le movilizaba de ella era ese apareamiento de miradas incestuoso, casi tétrico delante de los viejos de ella y en cada cena de fin de año. Solange era una varieté de moda, una feria de carijas (lo contrario de baratijas) con el estilo que las revistas de mujeres imponen, una vidriera con carteras Prüne colgando de sus hombros, aros de 13 centavos de costo que conseguía como gangas en las tiendas de Alta Córdoba a 45 pesos. Era una llamada a lo absurdamente banal, a lo ostentoso, todo lo alejaba de ella. Hubo un tiempo que para sentirse más cerca de él, Solange empezó a leer. Era un libro que le recomendó la madre. Ella le leía las líneas que consideraba interesantes con un camisoncito de seda salmón que apenas le tapaba la comisura de su cola, con la luz apenas baja y con el dedo en la boca. El en la punta de la cama jugaba con los peluches de ella. -Los que jugábamos cuando eramos chicos, te acordás? Él odiaba esa literatura barata y consumista, y lo decía con todo el poder y el perdón del mundo. Literatura basura! Literatura basura! Ella reía y lo abrazaba y lo ahogaba en sus pechos, le mordía el lóbulo de la oreja y se retorcía aún más a carcajadas casi burlonas que el respondía con la cara roja y una caricia que apretaba su muslo bronceado. Cada vez que tenían sexo en la cama de sus tíos el se sentía un poco culpable y ella disfrutaba del atrevimiento, de la confianza ilusa de sus padres, de los reencuentros anuales, de las sospechas de su novio que siempre dedujo la clásica fantasía. El último verano llovía más que de costumbre y él llegó a Florida con su bolsito desvencijado y sus desventuras de siempre. -Contame de tus padres! Sigue trabajando en el banco Efrain? Vi fotos de Lucero y está mas gorda! Es verdad que te matan por 50 centavos? Las comidas populosas para 5 personas de la tía, nena bien de barrio que rozaba los 50 y aparentaba cierta humildad que Solange no pudo heredar. Era hermosa y lo sabía, y a cada mirada de él, Solange le devolvía un beso sordomudo y una tentativa a la lujuria. Otro verano de primos.

irse unos meses

Venía turbulento por las oscilaciones de la rutina que llevaba a cabo en las últimas semanas, a sus mas de 30 reales que aparentaban un poco más. Maltrecho por una erosión social de lo que tanto odiaba. Burocracia, papeleo ésto, firma y aclaración, no está sellado aquello, imposible que te lo acepte, subiendo las escaleras tercer piso oficina 7, número 40 celeste, forme fila detrás de la línea, hubo una demora en el trámite, ciento veinticinco con veinte, el reclamo está efectuado, habría que actualizar el membrete, verifique que la puerte cierre, sonría lo estamos filmando, fuera de servicio, disculpe la molestia, una monedita amigo, treintitrés son mejores, son todos cagones, hijos nuestros, algo habrá hecho, una bendición que el Papa argentino, viste el videito hot, ingrese SIM, factura con deuda. Decidió irse unos meses al interior para recolectar otras cosas.

La pensión

La organización en la pensión era casi una dictadura. La pseudodemocracia que jurábamos respetar con solemnidad se iba desvaneciendo en el día a día, en el hacer y el pensar. Como en casi toda exitosa estructura se trataba de una segmentación escalafonaria en forma de triángulo, y no hace falta que agregue qué significa eso. Los de arriba eran elegidos a dedo (una arcaica forma de elección que se llevaba a cabo cuando aún no existía la pensión) en reuniones que denominábamos Seulapios, en honor al apellido de uno de los primeros notables de la pensión que había fallecido por nobles causas hace unos años atrás en una playa del Caribe caro. En su mayoría éramos latinoamericanos pero no les gustaba que los llamen así (en esta posición no me les unía, pero me guardaba la opinión cobardemente, como tantas cosas). Había dos alemanes que siempre pululaban en lo más alto de la organización junto al tercer europeo que era un español, también rubio. Todos parecían admirar a los no latinoamericanos por el sólo hecho de ese azar geográfico de ser lo que eran (mis confidentes y yo les decíamos Extranjeros). Pero nada determinaba mejor lo que eran más que sus prácticas e ideologías. Creo que eso teníamos solamente en común, tener una ideología, pero no era la misma. La base de estamentos del triángulo eran en su mayoría jóvenes o gente que necesitaba trabajar, no sólo por una carencia monetaria sino por un afán de sentirse útil. Los demás integrantes de este subgrupo eran antiguos jefes venidos a bajo pero que no habían hecho lo suficiente como para ser expulsados de la pensión. Yo los catalogaba como los Excluidos, aunque los de arriba siempre promovían en sus discursos entre copas una unión e igualdad fraternal entre todos los integrantes. Éramos según esas palabras volátiles un grupo uniforme y pluralista. Los del sector medio del triángulo (era escaleno por si a alguien le sucumbe esa duda) éramos los principales mentores de ideas de progreso, pero rara vez se volvían políticas, siempre quedaban truncas, claro, por la falta de apoyo de los de arriba, que tenían más puntos de decisión a la hora de votar medidas en los Seulapios de puestos o los de normativas. Sólo eran ideas. El sector medio, a los que yo llamaba los Resistentes, éramos en mayoría jóvenes y no tan jóvenes con algún tipo de estudio, o acomodados por los de arriba, o gente intelectual y pensantes. Lo de pensantes es un poco insensato, mas que nada con los de abajo, pero qué se podía hacer, estaban las cosas así dadas y el aire de conformismo pregonaba en la mitad del triángulo. Las cosas en el exterior de la pensión estaban cada vez peor, y esa sensación negativa, que ya era una realidad, estaba plasmada en todos los aspectos. La incomunicación con el afuera era una de las constantes que más costaba sobrellevar. Recibíamos una subvención (si es que así se le dice al apoyo económico) del Gobierno Periférico Sur (GPS) que era una de las ramas del Gobierno Central Principal o GCP (más conocido como ex Gobierno Nacional desde que todo había caído) que dependía directamente del Imperio Madre. Los de la cima del triángulo, por desgracia eran viejos. Pero no de esos viejos que uno admira por sabios, sino de esos que ostentan un poder ficticio o heredado por antiguos cargos en el Senado del GCP o por codearse con gente del GPS. Si bien habíamos terminado en la pensión por diferentes causas y veníamos de diferentes ámbitos, la punta de la montaña se hacía dueña de las instalaciones pese a haber gente más apta en estamentos mas bajos. Pero ocurría hasta en los antiguos días. Es triste hablar del pasado en estos días. Es algo así como la muerte. Son las dos incertidumbres en esta vida. Desde que el Imperio cercó la Red Monetaria o Progresista (ex Internet) y luego de la quema de archivos, libros y registro histórico (que melancolía decir HISTORIA) no podíamos hacer nada más que aferrarnos al aquí y al ahora. En un contexto menos hostil y corrompido eso hasta hubiera sonado positivo. Pero no acá. Aquel día que el Imperio sentó las Nuevas Bases (New Bases of Sacred Destiny) todo era mas leve. Cada niño nacía con una tarea impuesta, así en nuestro país (ya no nos dejan decir la palabra país desde la gran disolución o el oficial Reagrupamiento Geográfico) como en cualquier lugar de la esfera. (todavía se le puede decir Mundo o Planeta) En la pensión éramos los sobrevivientes de la vieja era. Los que nacimos con familia, los que vivimos una infancia, los que pertenecimos a una Nación o nos identificábamos con una ideología. La ideología de esos tiempos era una sola y se tenía que respetar, o fingir respetarla, como hacíamos nosotros (y desde aquí hablo de nosotros desde el lado de los Resistentes, ya no de la pensión). Los de la punta del triángulo de la pensión eran llamados Nobles o Principales. Yo los apodé como los Fósiles. En su mayoría letrados, católicos, militares y políticos con cierta tendencia pro Imperio del viejo mundo y ligados a la religión. Por pertenecer a ‘’los de esa Era’’ todavía podíamos tener pertenencias o cierta intimidad. Mi Diario lo llevaba siempre encima, aunque siempre tenía miedo de que cuando dormía esas horas que nos inculcaban con las pastillas de sueño (hypnox), alguien husmeara en sus hojas y me delatara por detractor del régimen. Pero era imposible. Algunas veces me preguntaba si habría un día en que en vez de una pastilla de sueño nos den una de muerte (tanathoix), ya que todo pasaba por ellos, todo acto humano, si es que algo quedaba de humano. Los cubículos eran bastante reconfortantes teniendo en cuenta lo que nos contaban del afuera. Las lluvias ácidas y todo el deterioro climático del que nos protegían, del que nada sabíamos más de lo que nos decían. Siempre ansiábamos con el Venezolano en escaparnos y ver con nuestros propios ojos si había tal desorden afuera. Fantaseaba con un mundo perfecto donde sólo nosotros vivíamos esta penumbra y que todo lo que nos contaban era mentira. Los cubículos no eran más que viejas aulas donde teníamos lo necesario para vivir. Sobrevivir. Una lástima que el Venezolano haya tenido familia con Marta. Una lástima porque los hijos de los sobrevivientes no tenían la inmunidad que nosotros teníamos, sino que nacían bajo las reglas de la vida de esta Era, si es que se le podía llamar vida. Por eso me negaba a enamorarme, y más a tener a familia. Tampoco había mucha elección en el universo tan acotado que tocaba en la pensión. Eran 216 mujeres y 441 hombres, y no teníamos contacto con nadie más que con esas personas. Quizás existían cientos de pensiones paralelas. Con el Venezolano y con Duré (experto en sistemas antiguos) proponíamos casi con miedo que se hagan intercambios con las demás pensiones si es que las había. Pero los Fósiles descartaban todo tipo de acercamiento. Es más, con sus negativas hasta hacían esfumarse las ideas de otras pensiones. Teníamos ratos de sosiego en determinados momentos. Diría en que días, pero no existía el reloj, ya no. Ni los días, ni los cumpleaños, ni ningún rasgo de la vieja medición del tiempo. Ya el tiempo significaba otra cosa y calculábamos los años con la muerte de alguno. Eran tristes las muertes, pero esta vida también. Duré había hecho una especie de calendario que emulaba la vieja métrica, pero eso implicaba tener contando a alguno de los Excluídos segundo a segundo, y eso no nos gustó nada al Venezolano y a mí que nos jactábamos de defensores de los derechos humanos (nos decían los Humanistas, con desdén).Además cuando Juárez Echáustegui (Fósil) se enteró de nuestra movida, nos sancionó severamente quitándonos puntos comida (especie de dinero virtual con el que nos ganábamos el alimento). Los gremios de los primeros tiempos se fueron debilitando hasta el punto de desaparecer, y la gestación de algún tipo de organización paralela a la pensión y más aún, al Imperio, estaba penado con la muerte. Las reuniones entre los Resistentes (a las que llamábamos Cronopios, un poco en burla a la rima con los Seulapios de los Fósiles, y otro tanto más por el fanatismo con Cortázar que compartíamos) trataban de temas variados como la melancolía de los viejos tiempos (especie de contención psicológica) o las formas de evasivas al Imperio. Pero lo que más disfrutábamos era la música y el alcohol. Si bien ya es sabido que los libros se habían extinto, los instrumentos eran ligeramente legales así como los cigarrillos, ya que los Fósiles los denominaban Estimulantes Intelectuales. Ellos nos llamaban los intelectualoides o los mulos, a nuestras espaldas. Si bien los Seulapios eran casi exclusivamente de carácter Fósil, algunos de los Resistentes habíamos podido participar, una especie de veedores para mantenernos contentos con un mínimo aire democrático. Hasta una vez se atrevieron a proponer que uno de los Excluídos sea parte, pero el pobre (Pablo Giménez) terminó siendo bastardeado y el Venezolano terminó echándolo por piedad antes de que colapse en un estúpido acto de rebeldía. Ah, rebeldía! Recuerdo cuando era posible. La vieja Schordeaux era una de las principales Fósiles con la que teníamos que lidiar. Su problema, sin contar que era una Fósil, eran las formas. Y poco se podía hacer frente a una pared rústica con base de leyes y familia militar. Ah, los militares! El Imperio básicamente era una fuerza militar, pero siempre amparada por Dios, que aunque suene extraño, todavía conservaba su fortaleza en la Santísima Salvación y Amparo, edificio central donde antes funcionaba el Vaticano Papal. Claro, que ahora el puesto de Papa y de Manager Global del Imperio (algo así como presidente del Mundo) recaía en una sola persona. La tecnología era de uso militar exclusivamente, es decir, toda innovación. Las empresas habían sido absorbidas por el Imperio, lo que jerarquizaban en su discurso como la derrota del Capitalismo y el triunfo de la Unión Global. Aunque pensábamos entre los Resistentes que esto no era más que una herencia, un pequeño germen del antiguo ente Capitalista. La economía no existía, claro, menos entre nosotros. ''No era lo que tanto queríamos una iguadad total? Un socialismo controlado? jaja'', decía Franco León Marcolini imitando erróneamente un acento cubano y fumando un habano, con poco conocimiento de causa y echando palabras de oído al viento. No era lo que tanto queríamos. Pero ya ni sabíamos lo que queríamos. Los Cronopios se volvían cada vez más etéreos y caían siempre en la pesadez de viejas canciones de la era pasada y borracheras festivas que ni las Falgualex (pastillas de la resaca) podían aplacar. Cada vez hacíamos más populosos los Cronopios e intentábamos instruir como podíamos a los Excluídos, aunque un ascenso escalafonario era imposible en la pensión. Más imposible que encontrar un chino vivo decía el dicho. China Resurgiente fue la mayor fuerza de choque ante el Imperio que pudo evitar que se active la Fuerza Nuclear. La gran masacre y el Holocausto Chino ocurrieron dos días después de mi cumpleaños 29, y después de eso fuimos perdiendo la noción calendaria, como ya había dicho. Hace un tiempo el océano inundó lo que era Chile según nos dijo un soplón de los Fósiles, información que había llegado por otro soplón del GPS. Los argentinos Fósiles festejaron la noticia y el Venezolano, Romero, Duré, Sarriaga y yo entre otros repudiamos el acto y consolamos a Chandía, el único chileno de la pensión. Había trozos de nacionalismo en cada rincón de la pensión, y si bien era un mal que querían abolirnos, era difícil desapegarse. El afuera según nos instruyen, está plagado de pozos vivienda de forma rectangular, y eso lo cuenta orgulloso León Marcolini porque fue partícipe clave en el trazado arquitectónico del Terreno Negro, como se le llama al afuera. Nosotros le decimos cariñosamente Celdas Tumba, y hay días en que me voy a dormir tranquilo sabiendo que a algunos de mis amigos de la vieja vida los alojaron juntos en una Celda Tumba del sector Square Four, cerca de lo que era antes Villa Lugano. Al menos pasarían sus últimos días juntos. La pensión si mal no estoy informado se encuentra entre Tucumán y Córdoba, antiguas provincias de Argentina, que luego formó parte del South Aliance A.B.C (Argentum/Bolivariano/Cordillerano). Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú formaban el Argentum junto a la parte central de Argentina a lo largo, y el Noreste. Parte de la Patagonia tomada por Chile y el Noroeste pertenecían a las denominadas Colonias Positivas (Positives Còlògnès) del Imperio que formaban el Cordillerano. El Bolivariano era el sector que incluía a Venezuela, Colombia, Ecuador. Y a las Antillas y Suriname por decantación geográfica.Perdón por tanta información, la historia tira. Cuando el Venezolano me mostró su plan de Revolución fui bastante escéptico. Hice una copia manuscrita de la cual llevaba una parte dentro de mis calzoncillos (las hojas pares) y otra en mi diario (las hojas impares). Estaban escritas en un idioma que el Venezolano y yo sólo sabíamos entender y que tanto nos servía. Le decíamos Humsequiano, y quizás otro día explique el significado. El plan era una odisea, una epopeya, un suicidio en masa, y en vano. Todo estaba cerrado, cercado, vigilado, controlado, digitado. ''Pero no podemos ir por derecha, amigo, hay que hacer algo como esto'', me dijo el Venezolano, y se tapó la boca como si estuviera por vomitar, porque justo pasaba un Patón (así le decíamos a los guardias de la pensión, robustos, sin cráneo. Hace una semana uno de ellos había matado a un Excluído pensando que estaba endemoniado, cuando en realidad estaba cantando una copla en su lengua materna, el guaraní. Aunque nos quedan dudas de que quizás lo haya asesinado por mera diversión) Cuando nos fuimos convenciendo más y más de que el plan podía llegar a ser un hilo conductor a una pequeña brisa de relativa esperanza ya habrían pasado unos tres años del antiguo calendario. Ortigoza se encargó de enseñarle el Humsequiano a los suyos (los Excluídos) y el Venezolano y yo echamos manos a la obra. Cuando Mamaní rompió la segunda pared de concreto de la pensión ante la mirada absorta de los Fósiles y los disparos de los Patones que hicieron caer a tres de los nuestros, era demasiado tarde. Ya vimos entrar ese haz de luz, esa iluminación furtiva, brillante, soñada. Ese elixir visual y simbólico que nos envalentonó a seguir la marcha hacia quién sabe qué locura. Esa esperanza se llamaba Luz y esa Luz se llamaba vida. Ansiábamos el cambio y en el mas recóndito rincón de nuestro ser teníamos la mínima ilusión, la más mínima certeza de que era posible llevar a cabo el plan del Venezolano. Corrimos hacia la claridad gritando como nunca en esta era. Como en un juego de infancia, como en el más animal instinto posible. El reflejo iluminaba nuestros cuerpos y quemaba con una fragancia a libertad, era un dolor hermoso. Ya estábamos ahí, en la luz del afuera, en la falacia de los Fósiles, en el corazón del Imperio. Traducido al español por el autor, originalmente escrito en humsequiano.

domingo, 3 de marzo de 2013

Segundo día

Si hubiera sido por el Dr.Lazarte habríamos ido a la playa apenas comenzado el día. Me hubiera gustado decir ''apenas salido el sol, pero no''. Desde el último viaje el doctor había quedado encantado con la pesca, y si hubiera sido por él, no hubieramos vuelto hasta entrada la noche. Con una caña roja y llamativa que delataba lo principiante del flamante pescador, la línea iba y venía con una necia tenacidad chocando con la escollera, tal como las olas que empapaban al plomo del anzuelo y al doctor. Roro y Astor miraban de reojo mientras pasaban el balón de pie a pie, el uno al otro, reamigándose con el deporte, como una especie de rehabilitación. El viento llevaba el sabor del mar,y más amargón que salado recordaba a la Pilsen Checa de la noche anterior. Lazarte insistía. Asentaba campamento en distintas rocas y recorría el perímetro del balneario como si supiera lo que hacía. Astor y Roro se regocijaban mirando entre mates y risas. DIbujaban en la arena y se ponían al tanto de sus sueños y proyectos, de sus idas y venidas, y canonizaban a una bella morocha que pasaba cada vez mas cerca de su morada persiguiendo a un pequeño pitbull color otoño que que terminó comiendo la carnada de Lazarte. Cuando la tarde llegaba a su fin y Lazarte por fin cedía con su afán de tener éxito en una zona sin pique y con clima adverso, se sentaron los tres por unos minutos. Como en ese hermosa que compartieron, Roro y Lazarte se enlazaron en una pelea en la orilla del mar. Astor contemplaba con mate en mano y espuma fría en pies. Disfrutaba siendo el espectador del catch de sus grandes amigos y recordaba sus propias revolcadas en la arena, en especial una. Todas las mujeres habían dejado algo en su vida, esas marcas. Y sonrió rompiendo esas comisuras ficticias, sonrió por sentirse a solas con el mar, por esa mateada con su infinito compañero de charlas.

sábado, 2 de marzo de 2013

Primer día

El cauteloso trayecto por Ruta 2 a bordo del León Negro del Dr. Lazarte habías sido sorteado con pocos inconvenientes a pesar de Adán, que azotaba con fuerza a base de lluvias y vientos huracanados del sector sur, según la radio. Asqueado de la propaganda política a cada metro del camino y exhaltado por la música nostálgica de viajes anteriores, todo transcurrió a su debido modo, con cita obligada en Atalaya casi vacío (placeres de marzo) hasta la salida de Chascomús donde un idiota al volante (no fue el Dr. Lazarte) casi causa un choque en cadena cruzándose por donde no debía. La entrada a Mar del Plata más que imponente se mostraba simbólica y Roro gatillando foto tras foto para registro gráfico. Folletería turística y la identificación; uno de los hoteles que se recomendaban tenía como nombre Astor. El agua fue la constante del Trip, y al llegar a la casa de la calle Liniers lo siguió siendo. Un techo maltrecho les sugirió a los tres amigos que se pongan secador en mano y patitas derecho para las tejas y arreglar la cruel gotera, uno de esos guiños negativos que no logran arruinar otro gran encuentro con el Mar. Claro, pero añorando a ellas.