domingo, 30 de septiembre de 2012

corta existencia del Mesías

Sucedió una tarde de Setiembre (que feo suena) que nació un Mesías. El muchacho éste iba a ser el salvador de este mundo tan contrariado y perverso. El Mesías tenía su tez oscura y le gustaba vestir ropa deportiva y zapatillas con resortes. Un mal día un viejo facho que sentía que era un salvador social salió a matar "negros" para hacer justicia y reordenamiento. El Mesías cayó muerto en Villa Urquiza por tres balazos en la espalda del arma del viejo facho.

Carta a una Blancuspia

Querida vos! Tanto tiempo y yo sin verte ni a vos ni a mi. Como te habrás dado cuenta me he rodeado de nuestra mas temida mediocridad. Debes notarlo en los últimos escritos, en especial en el publicado en Blue mention, la revista semanal. Yo noto que si lo notaste, puesto que tus críticas por carta ya no me llegan. Me hacían tan bien como acariciarte el lomo, mi pequeña Blancuspia! Claro, igual, está la otra posibilidad que barajé. La de la posible extinción en tu pueblito (algo parecido a Constantinopla si mal no recuerdo) de la raza postal, carteros como les dicen. Desearía algún día nos hagamos un tiempo de nuestras vidas de grises y signos pesos, y nos cedamos nuestra mutua compañía, como para discutir temas ignotos con ese estilo tan peculiar de no decirnos las cosas del todo claras, y por qué no desafiarnos en algún juego de esos que nadie conoce. Por mi parte todo bien, por parte de los demás no tanto. Ellos son el problema, no yo. Acá terminando un celeste, si, aclaré mi tabaco porque en estos instantes algo fuerte haría de mi una bomba de tiempo. De música hablaremos de frente. Espero algún café con humo y tu sonrisa en la blanca constelación. Con cariño... Este.

sábado, 29 de septiembre de 2012

sus defectos

Citar por citar defectos, nomás, ahí empecé la lista que no terminaría hasta que morí; no tener pasión, no saber decir no, falta de inventiva, falta de decisión, falta de iniciativa, mentir mal, exagerar, no dar la cara, no ir de frente, hablar sin saber, reincidir, alardear, esperar, esquivar, buscar, hacerme daño y por sobre todo no dejarse llevar por mi acoso mental...

Descarga

Astor se secaba las lágrimas y se preguntaba cómo puede estar sufriendo tanto por una mujer que sólo buscaba lo que el le enseñó a buscar; su felicidad individual. Entonces el flagelo de Astor era mucho mas sano que esos cócteles que le ofrecían sus vecinos nuevos. Era un témpano corredor y la meta era la hogera. Necesitaba destruirse y matar. Y si era a el mejor. Llamó a su confidente y le mostró los dientes mediante el tubo del teléfono; dientes rabia, dientes traición, dientes pena, dientes de no soy nada y me doy cuenta. La confidente ayuda, mas no cura. Colgaron y la idea era no colgarse. Tranquilo estaba Astor en saber que su sufrimiento duraría mucho mas. No tendría nunca las hagallas de sacarse la vida, salvo cuando no la valorara mas que otra, como cuando uno tiene un hijo. Astor quería un hijo para suicidarse. No! Astor quería una mujer que no lo quiera por bueno, ni por lindo. Se cansó de eso! Quería ser de esos hijos de puta machistas, maltratadores y con dos dedos de frente. Ahi si tendria a la que quisiera. Ese pensamiento le duró dos minutos y se puso a escribir basura. La única en besar sus labios hoy era la colilla de su cigarrito bajonero.

viernes, 28 de septiembre de 2012

cancioncilla a revisar

Prefiero que te guste su normalidad Atroz, antes de acostumbrarte a mi locura. Estimo que no entiendas mi inconstancia en el amor, y que tu gran paciencia cambie todo lo que tengas para dar. Aunque confundas emisario. El recibir tu amor es menos de lo que andaba buscando! _ Prefiero que te quedes en el molde secular, antes de acostumbrarte a mis salidas. Estimo tu paciencia y tu forma de cambiar, y como actuas de bien y a la vez mal porque lo sabes muy bien. Porque actuaste para el carajo. El recibir tu amor es menos de lo que ando mereciendo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

apnea

Cuando por harto fin había descubierto que su frecuente apnea era menos neurológica que fisiológica, un cariñoso sentimiento de alivio lo acarició. Sentía un miedo controlado de que la apnea irrespetuosa esa se suceda en seseo, o peor aún, en ese cóctel de tics que atacaba cuando niño. Sin contar la insoportable alergia que mamá curaba con talco y rezos. El zarpullido invasivo avanzaba hasta debajo de las uñas y no existía canción que calmara a la fiera. Ni Michelle, ni Lucy, ni el caballito blanco. Era desesperación al punto del moqueo y el llanto sollozante. Nunca risa. Siempre ese hipo galopante (hipo caballo, valga la casualidad) que aturdía el cuerpecito, y el corazón en la garganta como queriendo hablar. Los baños en la bañerita celeste con esponja cuadrada y playmobil buzo. Nada de patitos de goma amarillos. Nunca vi uno. No se que tan clásicos considerarlos. Los vapores a ducha ardiendo y los golpetazos en la espaldita. Despues escupir la flema. Escupa esa flema papá. Si no terminaba vomitando era un día afortunado. Vomito por boca y nariz. Mas que rareza es una claustrofobia de fluidos y despues recordar que comí. Lo gracioso es ver flotar los menúes de días anteriores. Si todo salía bien, futbol en el jardín de adelante con papá. Ojo con la rosa de la abuela Homónima y nada de trampas papá. Él, saludando a la vecina ausente, yo que miro para hacer lo mismo, y en ese descuido llegaba su gol de Boca. Un gol tramposo y ahí libriano maricón, corriendo a mamá para contarle la injusta acción de su marido. En esos segundo ya no era mi padre, sino un Latorre haciendo un gol con la mano o un Manteca Martínez en offside sabido empujandola en la línea. Merienda feliz los 3, previo paso por Pepillo y capaz si el viejito estaba de humor ligaba un chocolatín Misky de arriba. El de los elefantitos. Chocolatada y galletitas horóscopo de las de Elvio, sumergidas. Orden de los signos según la jerarquía familiar; Leo abuela, Leo papá, Piscis mamá, Libra yo. Asi con todas las familias de tíos y primos tambien. Árbol genealógico chocolatoso armandose en la mesa y la abuela sacando todo para jugar con Renée a las cartas. La negrita simpática siempre con caramelos cosmos encima y los violetas mi fantasía. Los amarillos le seguían. Viaje a Morón con papá y tirarle el pelo a la mujer de adelante. Perdone al nene! Y yo puro balbuceo infantil pretendiendo entendimiento de movimiento no premeditado. Seguro ligaba caramelo o beso a la chica. Y que lindo nene, que ojos, que cachetes. Mis primeras citas de colectivo, pienso. Y empiezo a sentir que la apnea de a poco desaperece en este 166 repleto de gente y con poco aire. La apnea es la nostalgia y el recuerdo el oxígeno. Y me imaginé muriendo. El último suspiro, el olvido absoluto.

domingo, 23 de septiembre de 2012

estar con vos

Si realmente todavia compartimos ese sueño creo que las cosas las estamos haciendo mal. Porque vos seguís con el y yo todavía llego a casa errado y errante buscando excusa idiota para no pensarte. Y por mucho que quiera entorpecer tu camino, no lo hago. Y por tanto mas que desee emborrachar el corazón mío para aludir que amo a otra, no puedo. Te siento en el espacio que no ocupa este cuerpo frío, desalmado, en mi cama. Te espero en cada vuelta de esquina, sonriéndole a mi pecho trajinado. Te busco en cada sombra de taza de café hogareña, o en los placares, porque fácilmente entrás en ellos. Pero vos seguís allá con el. Equivocada como yo considero. Y yo acá enamorado, con ganas de estar con vos...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

PERSONAL AUTORIZADO (el vendedor paciente, el cieguito de la calesita y la salud de mamá)

Cuando tenía 22 años Astor dejó el cigarrillo casi sentenciado por la muerte de su mamá a causa del tabaquismo y una caprichosa arteria que dejó de querer que el torrente sanguíneo pase por ella.// Klaus se había separado de su madre una tarde (naranja y rosa)de Julio en el Barrio de La Paternal, cuando ésta se apresuró a tomar el Ferrocarril San Martín a Retiro para combinar con otro tren que la llevara a Cármen de Patagones. En ese momento, el pequeño Klaus no entendió bien lo que pasaba. Desde ese momento nunca más dijo la palabra 'mamá'.// Hoy después de varios días de ausencia recibí el llamado. Su voz fuerte de esencia pero leve en caudal, aireada, disfónica y suave como un violín afinado, enternecía todo el momento padre/hijo. Mi padre me contaba serenamente que Anita estaba siendo llevada a un Sanatorio de San Miguel para una angioplastia (nunca había escrito tantas veces esa palabra como en la última semana). 'Viste que le da al pucho', 'pero no aprende mas', 'y dice que no fuma tanto', 'y no se cuida Anita', ' y los nervios', 'puf'. Cuando el tren llegó a la estación San Miguel empujado por una lluvia oscura y marginal gritándole improperios a todo rastro femenino y silbando potente para anunciar su paso, supe que cada vez estaba mas cerca de verla, y plaf!, agua en la zapatilla. Una señora avanzaba lento, casi sin quererlo, bajo la copiosa garúa, y me remontó 'recordatoriamente' (asterisqueó sería un verbo delicioso de usar) al viejo vendedor paciente de la línea D del subterráneo de la Ciudad. Era el vendedor menos vendedor del mundo. No intentaba vender. Mostraba el producto, no generaba necesidad de comprarlo. No agotaba energías; caminaba lento y sonreía sinceramente. De vez en cuando charlaba con algún pasajero que le devolviera la sonrisa. Sabía que tarde o temprano alguien le iba a comprar y puedo jurar que no era una vieja estrategia marquetinera. Estando fuera de toda globalización y dinámica de redes sociales, y de la era de la inmediatez, el tenía sus propios íconos; un feliz sombrero azul en composé con su bufanda peluda. Tres cuadras de ida y tres cuadras de vuelta caminé en el lluvioso y turístico (preguntar por qué turístico) San Miguel, y la misma bufanda la tenía una persona que a su manera miraba la calesita. Hace cuanto que yo no veía una calesita (Castelar con papá). El hombre reía con su bastón blanco; gemía de alegría con el chirrido de los arcaicos mecanismos y extasiaba con la música balbuceando brujerías propias. La veía a su manera el cieguito de la calesita. Y la salud de mamá ahí. Esperando o mejor dicho extrañando a una cuadra y media en el Sanatorio que en letras verdes luminosas decía imponente ''SA ATORIO SAN MIGUEL''. A mi lado mi gran amigo, mi hermano del alma, mi hermano de sangre diferente. Mientras cruzábamos mal la calle por el medio de la cuadra y empapándonos entre bocinazos y garúa, el bolsillo me vibraba en sinfonía, y eran mensajes de toda la gente amada, que amo y que me aman a mi y a Anita. Todo energía era, todo amor. Para cortar con tanto cariño el Jefe de Unidad Coronaria decidió cerrarme el paso; SÓLO PERSONAL AUTORIZADO! La frase del día decíamos con mi amigo. Y como quien no quiere la cosa, desentendiéndome de todo me transformé en rata. Escurridizo, oscuro, traicionero, y llegué a mi meta. La puerta de terapia intensiva brillaba de blanco como la chaqueta de la enfermera de tono aparaguayado que me atendió cuando golpeé la puerta clandestinamente. Le expliqué la situación, que sabía que no era horario de visitas, y casi en tono llorozo (clases de teatro al pelo) me hice escuchar. Y Anita reconoció mi voz. Y yo la suya, a un 42%. Le pedí diagnóstico a la enfermera y me dijo con un guiño, invitándome a pasar: ''que se lo diga ella''. Pura sonrisa, furtivos pasos y el salón oscuro. Me pesaban los pies y lo único que me incitaba a caminar era esa luz que irradiaba su cuerpo desde el catre frío. Ella ahí con su camisoncito, tan frágil. Yo adentrado como en ese instinto a seguirla, como de bebé. Llegué, nos miramos y ya le corría una lágrima por la mejilla. Puedo asegurar que esa lágrima se gestó en el momento en que escuchó mi voz por vez primera en la sala. Nos abrazamos como pudimos en medio de tanto cablerío y sueraje. Ojeras profundas y mirada tristona. Es tan chiquita, mi vida! Tremendo buraco ensangrentado en el cuello. Esa piel suavecita y cálida. Pielcita de diabética, como le decía yo de chico sin saber lo que significa diabetes. Es mas, en esa época Anita todavía no era diebética. Hablamos, nos amamos tanto, minutitos pero la vi, y mas que nada me vió. Sentí sus labios en los míos y juro que esa imprenta borró todos los insultos en las peleas que tuvimos. Le besé la mano para despedirme por ese día y le dije lo que sentía. Me desinfiltré de terapia agradecido. Salude al Jefe de Unidad Coronaria, Doctor Menguán y la puta que lo parió, y me sentí Personal Autorizado. La sonrisa de mamá y su corazoncito late. 06/09/2012, Castelar.

Timbaland

Timbaland era un pequeño pueblo que tenía las cualidades de cualquier otro pequeño pueblo. No se llamaba Timbaland en realidad, ni tampoco Timberland, ciudad con que la gente solía confundirlo. Se llamaba distinto pero le decían Timbaland. Y claro que tenía todo lo que cualquier pequeño pueblo puede llegar a tener; un casino, una iglesia, una agencia de lotería y creo que también había una escuela. El gran premio de potrancas del pueblo reunía gran cantidad de espectadores de muchas partes del estado, en el gran hipódromo del pueblo. En Timbaland abundaban los políticos; casi todos los habitantes de mayoría de edad cumplida eran políticos, y su estructura política estaba armada de manera diferente a la de los demas pueblos, ciudades y otras yerbas del estado. La cantidad de senadores y diputados era sorprendente. Las sesiones de las cámaras del Senado eran populosas y duraban meses. El edificio donde se llevaban a cabo eran grandes shoppings y las habitaciones eran comodísimas. Una extraña ley que sucumbió en todo el estado fue la de matar a todos los gatos negros del pueblo. Parecía ser que los felinos de este color agredían la fortuna de la pobre gente del lugar. Fue así como desde Julio se estableció al pueblo como libre de gatos negros. Los habitantes se sentían seguros y reprochaban a los anteriores mandatos por no haber implementado esta obvia medida en la antigüedad. Se respiraba paz. Los loquitos de las ONG en lucha por los derechos de los animales refunfuñaban iracundos. Como bien dijo el dueño del casino: "parece preocuparle más el derecho de una bestia al de los propios humanos". Y era verdad. Un niño merecía crecer en las calles de su pueblo sin esa cuota de mala suerte que aportaban estos animalitos del demonio. Además otra ley impulsada por el Diputado Ravens había hecho crecer la población de perros callejeros. La mierda estaba por toda la ciudad. Incluso se obligó en el dictamen 67, un decreto extraordinario, que los habitantes que saquen a su mascota no deberían juntar la mierda cuando los animalitos defecaban. Así se mantenía el orden azaroso de pisar un buen sorete e ir uno contento con esa cuotita de buen augurio que conllevaba esto. Algunos nenes eran incitados a cagar en la calle por sus padres, y otros adultos menos pudorosos que los mas conservadores, desparramaban sus heces por todo el pueblo. Timbaland era con honores el pueblo con mas suerte de todo el estado. Y capaz el mas hediento.

martes, 11 de septiembre de 2012

Carta de Astor a un niño

Querido niño, dos puntos y un par de espacios para abajo. (Sangría y empiezo)Espero en algún lado estés feliz; no se si dentro mío o por el mundo, no se si en soledad, como aprendiz de humano, o en companía, o en manada, o en algún lugar perdido, vagando entre la gente de la gran ciudad o en la maleza, o un bosque vírgen o una selva. Espero te acuerdes de jugar y que no sufras. Que vivas tu alegría de juguete nuevo y tu melancolía de primer juguete, o de juguete perdido. Espero no extrañes a nadie porque eso no sirve casi para nada. Espero no te aferres. Espero tantas cosas y mas que esperar es desear. (Tachá todos los 'espero' puestos y poné ´deseo´, o mejor aún usá borratinta, que encontré la pluma y la estoy escribiendo con ella a esta carta. Extraño el olor a borratinta, pero vos no extrañes nada) Acá en casa todo bien, solo, por fin! Como te gustaba a vos, que festejabas las ausencia de papá y mamá cuando se iban a hacer las compras lejos, para buscar precios. Y? mejoraste la timidez? Bueno, bueno, no es que te quiera imponer, sólo que como te digo siempre, sólo sobrevive el mas apto. No mires tanta tele, lee mas! Pero no en la oscuridad; yo no veo casi nada por eso... Y tambien dibujaba a oscuras. Vos seguís dibujando? Me encantaba tu estilo, yo sigo buscando el mío.(Suspiro) Ayer me acordaba de vos... cuando jugabas a las bolitas, el opi en la tierra y las rodillas mugrientas. Las hormigas y su trabajo planificado y vos con palitos ayudándolas con la carga. Aunque a veces le amputabas el culo a alguna para oler esa sustancia pegajosa que emanaba un olor ácido. Más tarde me puse a pensar y ahí me olvidé de todo. Una pizca de vos me inyectó esa tarde en el subte, y yo sacando la cabeza por la ventana, y yo con el viento en la cara, y yo escribiendo como escribías vos, ves? Me duelen las rodillas. No tomo tanta leche como en esa época. Como en la época que yo era niño, digo, como vos. Y así me voy todos los días a dormir pensando en vos, deseando que estés bien, deseando. Deseo algún día encontrarte, deseo. Quisiera ser vos, a veces. Pero eso no está bien, ahora.

Grulla

Milan Kundera la hubiera llamado la jirafona... yo la Grulla. En momentos me ahogaba en su baba pegajosa de vulgar mediocridad, de chica normal. Ninguna de sus partes me pertenecían. Nada me causaba intriga de sus protuberantes centímetros de piel. Ni siquiera el hombro, que sabe Dios, que es mi debilidad en las mujeres. Me extrañaba a mi mismo en esos días, libidinoso, enérgico, impulsado de ganas. Mis ganas eran necias. Quería un masaje en el cuello, un cafecito con masas, una plaza con nenes vestidos de colores y un mar para contemplar. Tembloroso me levanté de la cama mirando de reojo a la Grulla gozosa como niña desvirgada por un experto, grotesca. Me miré los dedos empapados y caminé hacia la mesa del living a armarme un azul que me salve de la realidad. No tenía ni mar ni plaza. Ni cafecito con masas. Ni plaza con mar, ni niños con masas, ni café con masajes. Tenía una impetuosa mujer queriendo mas de lo que deseaba... Tenía el hígado desgarrado. Necesitaba esa receta de la vieja pitonisa para limpiarme las tripas con aceite extra virgen y jugo de naranjas alguna noche de rara luna.

domingo, 9 de septiembre de 2012

bitácora

Día 78: me parecía ya una broma de mal gusto. Todo ese bueno y cortés sentimiento a la basura y en estos días no me traías mas que malas rachas de caballos que no ganan ni un premio en Palermo o esas enfermedades y desgracias que uno piensa que a uno nunca le llegarán... Uno... Un día mas... Y si te tuviera a mano!!! Ahi si! Te agarraría de ese cogote finito y lleno de malas intenciones. Ese que alguna vez (si, el cogote) fue puro y cantaor de alegres polkas litoralenses e historias de un tío que era el tío de todos, cosas locas del interior. Pero no te ahorcaría! Porque pese a que tus primeros pasitos en el lecho de las hijaputeadas los diste conmigo (o sobre mí) te guardo un respetuoso y masoquista cariño. Asi lloro mi 4to vaso de ron del día y te recuerdo, dándole tus saludos a mi madre, o en alguna graciosa anécdota donde seguís siendo la buena, y el olorcito a sopa paraguaya que me hace besarte en el recuerdo.