miércoles, 26 de septiembre de 2012

apnea

Cuando por harto fin había descubierto que su frecuente apnea era menos neurológica que fisiológica, un cariñoso sentimiento de alivio lo acarició. Sentía un miedo controlado de que la apnea irrespetuosa esa se suceda en seseo, o peor aún, en ese cóctel de tics que atacaba cuando niño. Sin contar la insoportable alergia que mamá curaba con talco y rezos. El zarpullido invasivo avanzaba hasta debajo de las uñas y no existía canción que calmara a la fiera. Ni Michelle, ni Lucy, ni el caballito blanco. Era desesperación al punto del moqueo y el llanto sollozante. Nunca risa. Siempre ese hipo galopante (hipo caballo, valga la casualidad) que aturdía el cuerpecito, y el corazón en la garganta como queriendo hablar. Los baños en la bañerita celeste con esponja cuadrada y playmobil buzo. Nada de patitos de goma amarillos. Nunca vi uno. No se que tan clásicos considerarlos. Los vapores a ducha ardiendo y los golpetazos en la espaldita. Despues escupir la flema. Escupa esa flema papá. Si no terminaba vomitando era un día afortunado. Vomito por boca y nariz. Mas que rareza es una claustrofobia de fluidos y despues recordar que comí. Lo gracioso es ver flotar los menúes de días anteriores. Si todo salía bien, futbol en el jardín de adelante con papá. Ojo con la rosa de la abuela Homónima y nada de trampas papá. Él, saludando a la vecina ausente, yo que miro para hacer lo mismo, y en ese descuido llegaba su gol de Boca. Un gol tramposo y ahí libriano maricón, corriendo a mamá para contarle la injusta acción de su marido. En esos segundo ya no era mi padre, sino un Latorre haciendo un gol con la mano o un Manteca Martínez en offside sabido empujandola en la línea. Merienda feliz los 3, previo paso por Pepillo y capaz si el viejito estaba de humor ligaba un chocolatín Misky de arriba. El de los elefantitos. Chocolatada y galletitas horóscopo de las de Elvio, sumergidas. Orden de los signos según la jerarquía familiar; Leo abuela, Leo papá, Piscis mamá, Libra yo. Asi con todas las familias de tíos y primos tambien. Árbol genealógico chocolatoso armandose en la mesa y la abuela sacando todo para jugar con Renée a las cartas. La negrita simpática siempre con caramelos cosmos encima y los violetas mi fantasía. Los amarillos le seguían. Viaje a Morón con papá y tirarle el pelo a la mujer de adelante. Perdone al nene! Y yo puro balbuceo infantil pretendiendo entendimiento de movimiento no premeditado. Seguro ligaba caramelo o beso a la chica. Y que lindo nene, que ojos, que cachetes. Mis primeras citas de colectivo, pienso. Y empiezo a sentir que la apnea de a poco desaperece en este 166 repleto de gente y con poco aire. La apnea es la nostalgia y el recuerdo el oxígeno. Y me imaginé muriendo. El último suspiro, el olvido absoluto.

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