sábado, 24 de noviembre de 2012

caminata pesada

La caminata llevaba una hora ya. La calle desierta y a la vez más ciudad que nunca. No se entendía bien de donde salía tanto bochinche a civilización. Las luces tenues y a lo lejos una baliza azul de policía que parecía seguirnos desde adelante, como esperandonos. La Medusa suplicaba un perdón inoportuno e impreciso. Nada había pasado como para disculpas. La vereda era una cinta corrediza, nauseabunda. Los semáforos jugandonos bromas austeras y la gente, la poca que cruzabamos, o nos miraba como bichos raros, o estaba mas loca que nosotros. La boca se fruncía como pasa, seca y sedienta de un dash de sobriedad. Las sensaciones eran compartidas. Oscuros cordones a los lados nos empujaban a seguir caminando hasta la avenida, para doblar a la izquierda hasta la parada del ómnibus. Las balizas azules se multiplicaban en cantidad y parecian no seguirnos. Eran el horizonte cada vez mas cercano y gigante. En un momento nos horrorizamos. Era esto una persecución? Cuando llegamos al cordón policial todo fue mas nítido. No nos buscaban a nosotros, habría delitos mayores. Detrás del cordón la nada. Edificios vacios y oscuros. Hipotetizamos invasiones zombies, epidemias mortales y todo tipo de maldiciones. Despues de pulular varias cuadras, varias baldozas, llegamos entre confusiones a la bendita parada del bus. En la vorágine de la caminata se nos hizo dificil frenar y el golpe de repente fue vomitivo. Nuestros estomagos bailaban. El de la Medusa resonaba en la cabeza, y el mio en el colon y la glotis. Deseaba lanzar hacia fuera todo lo que guardaba dentro; tripas, sentimientos, frustraciones, comida. La espera fue mas eterna que la caminata. Pasaban todos los numeros habidos y por haber, excepto la combinación mágica que nos llevaba a la casa. Tambaleaba en una pata y el fastidio era la máscara de mi mareo. Resoplar me hacía camuflar la resaca. La gente se movía incesantemente a nuestro alrededor. Todas las personas que no había en la ciudad estaban en ese punto escondido. El muchacho hipster de anteojos gigantes nos observaba con desdén como se mira a una suegra maldita. Los extranjeros delante nuestro planeaban algo. Allí entraron en juego los prejuicios de ella y míos. Cuando los creímos turcos supusimos un posible rapto, o una inmolacion en la que pereceriamos. Cuando el acento se tornaba yankee eran tres adolescentes sedientos de fiesta y demasiado idiotas. La conexión con la Medusa era grande. Procurabamos no reir. Otro supuesto rapto se creo en nuestras mentes cuando una especie de Mesías barbudo se acercó a nosotros y se paró frente a ella. Ya tenía preparado mi puño para evitar el secuestro. Lo único que sucedió de todo eso fue que el colectivo no llegaba. Mis cálculos nunca fueron buenos, pero sentía que llevaba 6 horas allí. Cuando el enano pasó frente a nosotros no fue mas zigzagueantemente loco que el momento en que dos gemelos se sincronizaban para marearnos con movimientos simétricos. La Medusa sufría mi latente mal humor, yo quería una cama grande. Fue mucho! Y ahi fue, en ese momento tope de la situación, cuando el 151 salió del oscuro para llevarnos a destino...

de las reuniones del vivero

Frecuentaba cada vez mas el vivero abandonado de doña Bárbara; oscuro antro donde solían reunirse algunos de los mas inteligentes personajes del barrio, y los de mejor sentido del humor. Eran viajes fantásticos los de cada reunión. Cada uno con su relato o su anécdota extasiando cada rincón húmedo y penumbroso del vestíbulo, entre los pesticidas y fertilizantes. Lejos de ser los intelectuales que solían reunirse en la vieja disquería de Olleros entre alcohol barato, penas y blues, estos muchachos del vivero pregonaban un canto libertino. Pseudo alquimia al caretaje frecuente de la atmósfera belgraniense e híbrido entre religión y escape, cada viernes noctámbulo era suyo. Bailaban, fumaban, bebían, cada uno con su librito. Como en todo grupo lo lindo era la variedad. Los cantos de la Medusa de Balvanera y sus mil tonalidades, colores fulgorosos y vivos que armonicamente se entrelazaban a su historia de vida. Los complejos de algunas, tímidas, y otras con pantallas que no eran mas que una sensual fachada de maravillosos trances internos. Algunos mas sedentarios, mezquinos, inquilinos en un cuerpo joven y una mente agobiadamente tensa. Otros con un desorden alimenticio e intelectual, reflejo de su morada de solteros. Pinchazos en la nuca, fríos. Los mosquitos del vivero solían ser mas poderosos. Las rondas en el patiecito del viejo hibernadero proferían una atmósfera serena y verde esmeralda. Una especie de ola aromática. Se sentían mas los olores. El dulce perfume de la Medusa, el olor a crema de enjuague de la Morocha cuando terminaba de bañarse y sin secarse el pelo caía con cervezas en la mano. Como para no gustarte una mujer así. La Griega era de una belleza mas contaminante, pero la tildaba de excepción, claro, por tener ese íntimo amigo en común, y por esas charlas a solas que no duraban mas que un minuto, como el gemido de una lombriz. El mas diferente era el Músico; era un animal. Tremendamente cariñoso y desaforado. Era un lindo grupo el del vivero, todos los viernes a la misma hora.

martes, 20 de noviembre de 2012

El ventanal luminoso

El cielo estaba adorable entre el llanto y las vacaciones. Las macetas del balcón francés gritaban por agua; la pedían. Una de esas madrugadas de borrachera y operettas, pero sin tomar ni una gota de alcohol. Borrachera virgen. La vista presumida del gran ventanal mostraba una Buenos Aires radiante en su esplendor edilicio y verde a su vez. Esta tarde había descubierto cuán verde es mi ciudad (debajo de la alfombra de flores lilas). Se podían nitidizar las diagonales y los autos jugaban a ser de juguete. Uno desde arriba descubre cosas, y tantas! Piletas escondidas en azoteas, carteles entre invisibles e inservibles, tanques de agua sospechosamente sonrientes y tilos altos charlando con el viento. Los neones a lo lejos entonaban sus estáticas tonalidades para conformar con las demás un armónico coro de luces de mi ciudad. Y Mariano Mores se despertará y se asomará por la ventana de su cuartito azul? Otro borracho fin de semana de sobriedad. Mucho jacarandá en el aire, mucha ciudad. Es lindo escribir con una amiga al lado. Si bien ella dormía, era cómplice. Mucho menos cómplice que el tabaco del cigarrito que me armaba en el piso con cuidado de no despertarla. Son días intensos para ella. Son días. Y se hizo de día ya pero el sol sigue escondido tras una de esas pomposas, blancas y regordetas masas. Y yo refugiándome del calor. Escapando. Cuando la mariposa cayó al borde de mi pie derecho, muerta, sin color, en un estruendo mudo, fue el momento de reflexión máxima. El tope que me recordó cuánto anhelaba que todo terminara; que el ciclo continúe a su vez, destrabando los conflictos conmigo mismo. Anhelos a montones...

jueves, 15 de noviembre de 2012

la segunda dimensión

Te planteo una doble dimensión; nada muy rebuscado ni tan normal. No hablo de 3D ni 4D, no eso no. Capaz te sientas así de desorientada como cuando los semáforos de la avenida titilan en amarillo, o como cuando te invito de a fumar un azul, que sabes que convido sólo si me piden. Fumá conmigo que hoy es distinto. Otra dimensión, mirá. Escaparte de todo lo que hay alrededor nuestro; paredes frías y gente vacía. O llena de algo que en este momento y en esté, nuestro espacio, no nos incumbe. Somos vos y yo como cuando lo soñamos tímidamente, temerosos y como sin quererlo. No te pido más que eso, ni te obligo. Si querés rompemos la dichosa cápsula y cada uno con lo suyo, con los demás. Pero ya te veo adentro y me consentís con esa mirada al piso y la comisura del labio elevándose en una cuasi sonrisa. Salir de la burbuja se va a hacer difícil así; es una capa viscosa si bien fina, pero da ganas de que nos fundamos en esta atmósfera, o no? Tu silencio me dice que si porque tu mirada está en la mía. Y a los dos nos gusta este humo que no puedo describir salvo con ese adjetivo que en este momento no me acuerdo. Somos un híbrido. La palabra me la pasaste vos con tus pupilas negras profundas y ese iris madera, iris luz. Astringente era el adjetivo? No se. Al fin y no se si al fin, el contacto corporal se da en esta caricia así, suave y tosca. Tu hombro está especial para dormirme en vos. Me excita el sólo pensar en cuantos minutos pasaron afuera mientras que en este lugar no hay tiempo. Podriamos morir acá juntos, pero no es el plan. O no hay plan? Leeme que me gusta que me descifren. Yo intentaré pintarte de nuevo y voy a vacilar. Esas ondas de tu pelo me marean. Si! Ya dije lo de los semáforos en amarillo. Tu boca es mas suave, creo, cuando la toco con mi nariz. No existe la palabra beso porque cuando se dé, si se da, no va a ser palabra sino acción. Todo es acción. Las palabras son denominaciones me enseñó Lewis Carrol con su Alicia. Si, me imaginé que lo leíste, pero como vos decís, no se si da para eso ahora; jugar a ser espejos. Yo soy vos y vos sos yo, pero mas allá de lo accesorio. Seguimos parados casi estáticos. Por momentos flotamos. Claro que siento deseos, por momentos muchos, y de miles de cosas. Pero ya estoy en tu mente y te recorro los recuerdos; esas callezuelas empedradas o tu paraguas roto. Y vos nadando en "mis" ríos de Catamarca. Nos sentimos a pleno. Que bien! Es lindo el desenvolvimiento. Como nos fuimos soltando y nuestras música revolviéndose como la cucharita número 3 del café con crema. Las risas ayudan. Las caricias tambien y me encanta que tu mano esté instalada ahí, tras mi oreja. Tenés el cuello terciopelo rojo y si fuera un tango el abrazo sería perfecto. Nunca me imaginé, y eso es bueno, que nuestro beso llegaría ahí. En esta dimensión a la que accediste entrar, en este momento que no existe, y en la humedad de nuestras almas.

domingo, 11 de noviembre de 2012

el superficial deseo de Klaus

(...) quizá todo era para mí. Ese era mi gran error (...) Cuando Klaus se percató de que había perdido el poco encanto que había sostenido en su vida, sugirió un "pucha". Haberlo tenido ahí, y no haberlo aprovechado! Una lástima que ese mínimo coqueteo con el sexo opuesto en buenaventurados tiempos de libido alto congruentes con la azarosa belleza standar de alguna que otra muchacha no se haya podido manifestar. Klaus se sentía como un no-zeitgeist; una especie de ente temporal acompañado de una circunstancia que no perduró. Una anécdota más, una mancha (en forma de raya) más al tigre. Pero si era todo un 'in anima homo'. Se sentía superior con su mente. Pero el quería coquetear, no seguir ganando discusiones ni partidas de ajedrez...

viernes, 9 de noviembre de 2012

Flor a flor...

Así como sus amigas tenían sus deudas pendientes y tachaban de una lista amarillenta y percudida nombres propios de varón, Astor tenía muy pocas deudas. Una de ellas era mandarle un tupido ramo de fresias a Humboldt al 400 y algo, allá por el piso doce y algo. Porque él insistía en Villa Crespo en el fondo de sus ganas y pese a que la bolilla nunca caía ni siquiera en su color, tenía una fe ciega, casi absurda, en que el amor estaba ahí; en ese metro 50 y tanto de pura suavidad, de fragancia de arte y mate, de miradas perdidas medio bizcas y sensuales, de vocecitas testarudas y caricias plenas, de mucho mas que eso. El amor creía él, capaz estaba erradísimo, estaba en ese monumento a la belleza máxima (para él) y a la imprudencia. A lo impulsivo. Mojado, más que empapado, se acercó a la florería que está pegada a la estación Chacarita y compró cientas de las tan nombradas fresias. Estaba a dos cuadras de la dichosa, pero no. Flor a flor, pétalo por pétalo los tiró uno por uno desde el balcón de su casa de ahí, cerca de Villa Urquiza. Hasta el infinito vacío que trazaba la pared hasta el techo de chapa del geriátrico que se teñía de colores entre lo que Astor arrojaba y ese diluvio. Fue una foto excelente!