jueves, 5 de junio de 2014

1

El cielo estaba así de celeste, igualito.
Había olor a domingo como hoy, y me fijaba en el detalle de las baldosas de varios rectángulos, como cuando era chico.
Llovía, paraba, llovía, tormenta, paraba, risa. Una balanza loca, un equilibrio inestable, o algo así, tanto no recuerdo.
Lo que sé es que te tenían metida en una caja de crayones sin crayones y que los cuerpos muertos adquieren un peso terrible y un olor asqueroso.
También estaba en el teatro ese día, y por primera vez una noticia así me tomó de sorpresa; yo que siempre las predecía. Capaz cuando sea por mi madre o por mi padre pase lo mismo; preferiría que de sorpresa, si.
Bueno, hace un año se moría mi abuela y la verdad fue una desventaja sentimental bastante grande de la que varios se supieron aprovechar.
Es una muerte igualmente, estaba vieja, todos se mueren, lo mismo sentí ayer que hoy y hace meses, y hace un año, sólo lo escribo porque es meramente simbólico y preciso contar todo, porque somos así. Quiero que me digan estupideces como ''fuerza'', ''el recuerdo de ella'', etc. Que me hacen bien porque son estupideces, pero lindas, y con afecto casi siempre.
Seguía lloviendo, tengo que devengar unas facturas de contratos.
Se juntan las cosas, se amontonan y todo se relativiza en una foto con tu abuela y tu hermanito cuando era un nene todavía, y en pensar en que estoy manejando números en un sistema de computadoras y obligado a saber lo que es la 4ta categoría, cuando lo único que me importa es la 4ta pared y las letras, y un par de cosas que te ayudan a darte cuenta de que siempre se puede estar un poco... bueno, no importa.
Chau Rosa! Chau!

No hay comentarios:

Publicar un comentario