Una
escarapela tirada en el piso del 68. Pisoteada, celeste, blanca, y un poco
marrón y negra. Un señor de gris hace una pirueta retorcida para
agarrarla, estirándose, luchando con sus proporciones y procurando no
salir de su asiento individual.
Cuando la agarra la pone en la palma
y cierra sus dedos que son tan anchos como los dedos gordos de mis
pies. La aprieta en su mano y besa el puño. Lleva el puño al pecho y
guarda la escarapela en su bolsillo.
Capaz que si no fuera 25 de Mayo no hubiera escrito esto que acabo de ver, y nada hubiera pasado.
Pura simbología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario