lunes, 27 de abril de 2015

Pequeños transtornos diarios



Me encanta, cuando camino, imaginar que las personas son vehículos.
Yo siempre me figuro ser un auto azul o del color de camisa que tenga.
Las personas altas o anchas son camiones, camionetas o rodados pesados.
Los más jóvenes son modelos nuevos, los más viejos son modelos antiguos.
Y así con toda la creación del tráfico humano y las carreteras que son las veredas, o las calles, o los lugares donde estemos caminando.
En el interior de mi cabeza hago el ruido de mi motor, las frenadas, los cambios de marcha. Todo está perfectamente aceitado.
Trato de mantener distancia de los demás vehículos y cuando voy a doblar abro y cierro mi puño para el lado del giro.
Cuando los automóviles que pasan por la calle aparecen en mi registro visual tiran todo mi mundo de personas vehículo a la basura. Nos vuelven a hacer hombres y mujeres. Nos condenan a ese lugar de humano, de lentitud, de piel, sangre, células y muerte.

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