martes, 29 de julio de 2014

fotografía

Me indicabas los planos en los que debía hacer no se que cosa en el enfoque de un ángulo que no veía, porque mi enfoque era otro. Confundía matiz y matriz, y las risas se elevaban en delicada armonía.
Tirábamos las cámaras en el pasto y dedicabas toda la tarde a ser esa simpleza de primavera de mayo. Te acaracolabas en un vórtice témporo-espacial en el que caía sin quejas, con gusto, y olores.
Me acomodabas la mano en el lomo, oprimías mi dedo en el gatillo de tu máquina ,y delicadamente, me enseñabas cómo era mejor hacerlo.
Todas eran fotos, a cada momento en una vereda, un limón, unas botas, un terciopelo de piel, un pelo, una flor amarilla, un agudo.

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