domingo, 13 de enero de 2013

temer

Cada día mas temeroso, pero aún mas temerario. Mis tobillos se asustaban entre sí. Cualquier semejanza con la realidad es meramente silvestre. Las mangueras se tornaban en serpientes iracundas y el aire espesaba la noche. Hasta sentí un pinchazo en el brazo que no terminó siendo mas que un broche que bailaba prendido de la cortina, que hubiera jurado que podría tranquilamente ocupar el rango de manta por su grosor amondongado. La sexagenaria pileta, elevada del terreno, se mostraba como un riacho dulzón coronado por piedras turquesas de fantasía. Ni el olor del incienso parecía artificial, todo evocaba natura, todo inundado en tono agreste. Los pasos triples de la tía Muñeca; paso, bastonazo, paso. Hurgaba la bolsa de remedios en el living y volvía a su ruidosa cama mirando con el rabillo mi posición, con mirada felina. Yo seguía divisando la falsa ventana, y a través de ésta, el pasto que eran miles de arañas verdes acechando. Las estrellas titilaban en melodía barata, desenmascarándose como las luciérnagas que eran, tucos! Como le dicen acá en Catamarca. Todo rústico entre las paredes y afuera tan oscuramente atractivo. La finca no era mas que una terrible nebulosa inspiradora. Y el placer de irse a dormir así, mascando letras y sintiéndose tan minúsculo uno frente a la naturaleza...

No hay comentarios:

Publicar un comentario