martes, 8 de octubre de 2013

Una horda

Una horda. Clásico murmullo previo y mucho decorado de personas que conformaban una variedad pintoresca, pero que ya con la función atrasada 16 minutos, empezaba a hartar. Ferraro esperaba en una mesa alejada, solo, sin un café y con el pie tamborileando en el aire nerviosamente en el cruce de piernas. Nadie daba sala y Ferrero no pensaba hacer la fila con la horda para entrar. Que toque el lugar que toque. Ademas la fila era desordenada y urbana. Ferraro odia eso de lo urbano, la desorganización y la acumulación de gente. Empezó a llegar mas gente al saloncito de espera del teatrito. Los tipitos no daban el ingreso a la salita. La muchacha de la boletería hermosa como siempre. Ferraro la miraba fijo con esa atención asesina con la que suele observar a las mujeres que desea. Amagó prender un cigarro pero no quería problemas con nadie, y lo guardó en la cajita metálica. El pie ahora golpeaba el piso y las manos jugaban a entrelazarse por sus dedos y acariciar la madera de la mesa. Resoplaba. El atraso era abusivo. Ferraro se levantó de la mesa y se dirigió a un lugar al azar de la salita, cerca de la horda. Comenzó a hablar casi en monólogo con una señora, porque ese tipo de señoras solían ser de darle charla a Ferraro. Le preguntó si no le parecía que la gente juega con el tiempo de uno. La señora le dijo a Ferraro que el era joven y la charla se desvió a la nieta de la doña como eje central. Nadie dio sala en si. Sólo se abrieron las puertas y el profesor que organizaba la muestra teatral pedia los tickets. Nada de lo que uno espera en un teatro pasaba. El profesor reconoció a Ferraro como ex alumno y tras crusar breves palabras la gente ocupaba casi la totalidad de la salita. La música empezó a anticipar la salida a escena de los actores, pero antes el profesor brindó una estudiada introducción sobre lo que se iba a prensenciar continuadamente. ¿Alguna vez sintió una sensación de vómito, de vergüenza ajena, de indecensia visual, de desaforamiento sexual innecesario, de violenta crueldad, de espanto, de destrucción masiva de obras clásicas, de ira? Ferraro se levantó de la butaca e increpó al profesor que organizaba la muestra. Terminaron todos en una gresca generalizada entre los adeptos al estilo de la muestra y los conservadores amantes del teatro clásico, liderados por Ferraro. Una horda de indignados teatrales comenzaron a destruir las instalaciones mientras los pseudoactores salían del teatrito llorando, gritando y defendiendo a su profesor. Ferraro terminó demorado en la Seccional 14 del Barrio Callao.

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