Es un ritual, no voy a negarlo. Es una ceremonia interna.
En algún momento llegué a esbozar una especie de rezo con el
escudo que nos identifica, pero ya no es tiempo de boberas cabuleras.
Se trata más que nada de una concentración infinita, un
momento en el que estamos sólo los que realmente estamos entregados a la causa.
Puede ser en la cancha o por televisión, incluso por la
radio como en los tiempos en que el decodificador reinaba en las cadenas de
cable televisión.
El momento de la salida a la cancha es la explosión que no
puede evitarse, una expansión en el pecho irrefrenable.
Después es casi todo nervios, uno es cada jugador; sufre y
corre, y goza y grita lo que el privilegiado de estar defendiendo esos colores
vive. Transpira sangre, se entrega al grito al unísono de una canción de
aliento, de una puteada al rival, de los aplausos del jugador que sale por
haber hecho un buen trabajo en la cancha.
Uno es bandera, uno es motor para esos once que están
dejando el alma en cada jugada, tras un cuero esférico y contra once tipos mas
que también quieren llevarse la gloria, pero que lo sentimos por ello, esta vez
no va a poder ser. La gloria es nuestra, somos sedientos, egoístas, eufóricos
perros de presa que exigen victorias, y sino esfuerzo, ganas, corazón, amor por
la camiseta. No se en los demás equipos pero acá si no amas la camiseta no te
queremos. Somos violentos, lo aceptamos, en las formas, en los insultos. ¡Pero
esto es Boca!
Pasaron muchos; ídolos, traidores, fracasados, pasó el mejor
de todos los tiempos. Pero nadie se olvida.
Este es el Jugador Número 12, cada uno desde su lugar,
gritando bajo la lluvia, en la vidriera de algún negocio de electrodomésticos,
en un bar al que se entró juntando de a monedas entre cinco para poder sentarse
en una mesa. Somos nosotros empujando en cada canción, en cada arenga, en cada
grito de gol. ¡Ponga huevo que no ha pasado nada!
Somos tantos, y ¡Somos tanto! No importa que la mitad menos
uno del país que no es de Boca nos odie y se alegre mediocremente con nuestras
derrotas y traspiés. Somos la historia de la gloria. Somos la pasión en buenas
y malas. Somos azul y amarillo en la voz y en el alma. Todos somos Boca.
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