viernes, 27 de abril de 2012

Compañeros de banco


Había sido una divertida velada con los tortolitos que ni. Fue como un regalo divino (véase diánico, o azul, o blanco) esa torrencial armada de, valga la redundancia, azules. El sastrecillo valiente orgulloso de sus "tres de un solo golpe", y ella con fuerzas para mas después de sus 31 de un tirón, y decí que se acabaron los (pape) lillos. Él ganándole todas las partidas a ella, sea el juego que sea. Bueno, alguna habrá ganado ella. Y yo relajadamente feliz y levedad de la que se disfruta. Piña colada de por medio. Tan perfecta la velada que el metrobus tardó relativa y considerablemente poco, y sugestivamente vacío arribó después de un cigarro y 3/4. La cola dentro de todo corta y pocos borrachos de boludez. Dejé pasar a dos señores que habían llegado después que yo. Costumbre de buen pastor. Renegando imaginariamente por tener que viajar una hora parado. Los dos tipos que dejé pasar ya sentados en los últimos tres asientos de atrás a ambos lados de un pibe tremendamente pasado de rutina laboral. Y mirá si serán grandes los milagros que el pibe se levantó y me dejó sin saberlo el lugar calentito para que yo me pusiera a escribir sentado ahí... Antagónicamente a la costumbre los dos tipos que no se conocían, se encargaron de que estuviera cómodo, y el vals de Amélie extasiaba dicha comodidad. Mi relax era casi dormirme. Personajes a montones. El típico novio celoso con ojos de bulldog no dejaba de acecharme por si las dudas le mirasen a su urraca rubia. Y a eso de la altura de lo de Cris mañana, o sea, la cancha de Vélez para los no entendidos, se paran los dos tipos. Mierda que se conocían! Cuando los dos amables compañeros de banco ya habían tocado el timbre y las puertas del bólido rojo se abrían con el mismo en movimiento, me azotaron a más no poder. Y las tuve que contar; 7 piñas y 1 quedate quieto. A la cara, a la panza, pecho, pecho, panza, nuca, pecho, hombro. De un salto gacelezco y con sorprendente agilidad para su edad bajaron del carromato con mi teléfono celular Nokia, mi bolso y mi gorrito. Bulldog miraba pero solidario. Urraca no miraba por las dudas. Conductor y su "están todos bien". Y yo carcajeando con aliento a pucho y Topline; desgracia con suerte jefe!...no me pegaron en la nariz.

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