miércoles, 25 de abril de 2012

Fenómenos migratorios del transporte público

Mi mirada y mi sonrisa clavadas en una cromática pelirroja que descombinaba alegremente sus colores y los de su ropa desprolija y sus ojos turquesa. Mientras yo, sentado con cablecitos de música en los oídos y charlando en silencio con Julio, en un doble asiento del 166. El colectivo se mantuvo a tres cuartos de su capacidad de pasajeros sentados, si es que calculé bien. Lo analizable eran las migraciones. Es un fenómeno que se da cuando la persona sube al colectivo y sólo quedan asientos compartidos. En principio con caracúlica expresión acepta el martirio de compartir su viaje con un perfecto desconocido, que bien podría ser un hermano perdido, o un gran amor por encontrar, o una linda charla, pero no. El momento en el que uno de los afortunadísimos pasajeros de la izquierda, los VIP, los que viajan con su soledad, se levantan de su trono, AHI! Ahí se da el fenómeno migratorio! Los de la izquierda de la derecha, es decir, los que dan al pasillo de los asientos dobles, ya están con los motores rugiendo, amagan el paso en falso y...zas! Sólo sobrevive el más apto! El que logra liberarse de ese sometimiento de compartir un asiento con un X, luego de pique corto y contundente, llega al ya desocupado y solitario asiento como el que llega a fin de año sin ninguna materia que rendir. Esa liberación de estar solo... Y con caracúlica expresión se pone a mirar la ventana, dormir, o capaz anhelar estar charlando con alguien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario