viernes, 8 de junio de 2012

Bailar desnudos

La bailarina le había mandado un mensajito de texto, y el le respondió "bien, tranquilo". Las últimas veces que algunas de las amantes de Astor le habían preguntado como estaba, lejos estuvo de esa respuesta. Se sentía nervioso, insatisfecho, apagado. A la vez, el día del mensajito, no sólo se sintió tranquilo sino acongojado por responderle eso a la bailarina (por respondérselo a ella y a nadie mas). Astor quiere a la bailarina, pero el destino y su cabeza, a veces, hacen que pareciera todo lo contrario. Astor no amaba hace tiempo. Lo más parecido a eso había terminado en una dulce angustia, que si bien conserva, no lo hiere (tiempo al tiempo decía).
Un día Astor amó después de mucho tiempo. Amó la desnudez del cuerpo de la bailarina, la entrega. Pero amó la seguridad. No sólo su seguridad, sino la de ella. Más que nada la de ella, mostrándose tan diferente a lo que era en una mesa de restaurant, por ejemplo. Nunca vió desnudez tan leal como la de ese cuerpo, tan desinteresada. Le excitó su piel llamándolo. Ese fue el instante en el que Astor amó. Pero para que vuelva a amar a una mujer, todavía falta mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario