miércoles, 27 de junio de 2012

Estratega por compromiso

El estratega piensa cada movimiento, una y otra vez. Como el ajedrecista, como el comandante, como el atleta. No se deja llevar ni por la intuición ni por los estúpidos sentimientos. La cabeza juega su propio juego y con eso alcanza. El hombre es sabio hasta que no piensa. El hombre es hombre hasta que no piensa. Animal no quiere ser el estratega. Se siente superior; ama lo racional de su ser. Se ama en el más profundo pensamiento (no sentimiento). Acúsenlo de frío, de insensible. Juro que se sentirá orgulloso. No es egoísmo, porque es su esencia. Sabe que el pensar en su beneficio es el fin absoluto y por eso no se siente egoísta, porque serlo es lo único viable en la vida; no debería haber más opciones. Lengua al costado, mirada fija en el objetivo, pero en el imaginario toda la jugada resuelta. Los mil y un caminos de llegar al fin. Los objetivos resueltos, listos para poder ser llevados a cabo. Y el estratega no se enamora ni muchísimo menos de la secretaria bajo perfil. Ella lo limita a ser estratega. Ella lo hace estratega.

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