sábado, 16 de junio de 2012

El lobo de Villa Luro

El tren frenó en la estación de Villa Luro, y Soledad se sentía a gusto. No llegaba ni tarde ni temprano, y eso le daba la tranquilidad de analizar cada situación con el alto grado de minuciosidad que la caracteriza. En Liniers ya se había cagado de risa de una señora que no sabía si subir o no, que finalmente se quedó abajo.
Villa Luro,para Soledad, era la estación mas inservible de todas las del ramal Sarmiento. Es ácida en sus dichos. "Nunca me bajé en Villa Luro, no me sirve y no le sirve a nadie. Siempre bajan y suben dos o tres gatos locos." Paradójicamente lo que le llamó la atención esta vez fue un perro. Ese perro era hermoso! Parecía un lobo gris fusionado con corcel, por el paso refinado en su andar. El animal la miró fijo y ella jura que le sonrió un gesto canino. Por dios! Sublime desde su pelaje hasta en su bondad. Apenas cerraron las puertas el lobo gris dió un paso atrás y tomó envión para ahora sí ser un corcel. Qué digo corcel! Parecía un pegaso! Volaba en un trote prolijo y siempre mirando a Soledad; jura que la miraba. El tren no le sacaba ventaja en lo absoluto y el perro iba esquivando cada obstáculo humano que se le oponía inserviblemente en su andar. Cuando llega al paso nivel se detiene frente a un cochecito de bebés con un infante dentro. Y con la mirada atenta y enamorada de Soledad encima, le atina un certero zarpazo al niño en el medio del pecho. La miraba a Soledad, lo jura. Esta vez con una sonrisa canina teñida de rojo.

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