martes, 19 de junio de 2012

Problema de altura

Klaus tenía varias cosas en la cabeza y un inventario de raras manías, tics nerviosos, trastornos, extrañas preferencias, fobias y ocurrencias. Todas esas cosas que forman a una persona en lo mental/psíquico lo llamo ''Pre-esencia''. Es una pizca de una persona completa; se complementa con la ''personalidad'', la ''experiencia empírica'', la ''razón'', la ''energía'' y los ''sentimientos''.
Es un loco ese Klaus; me contaba en un bar de la Calle Pueyrredón, café de por medio, de su gran aversión a los ''lungos''. 'Me molesta la gente alta, chabón!' Ya tenía confianza conmigo, y a mi me encantaba estudiarle los movimientos, gestos y siempre me inspiraba algún escrito o canción. Era torpe y medio insoportable. Salía con cada ocurrencia!
'A los lungos? En que se basa tu teoría pre-esencial?' Le expliqué lo de pre-esencial y largó una tras otra las bases de su ideología 'anti-lunguística'.
Para pasar en limpio (no es que sus palabras sean sucias) lo expongo en forma de teoría, porque su relato es algo confuso y yo propinaba interrupciones cada dos por tres. Me voy a dar, mas tarde, el gusto de citar textualmente a Klaus, le da un tinte interesante y hogareño.
Se trata de una práctica totalmente honrada que lejos de discriminar intenta defender al no alto de la suerte genética que poseen las personas que superan los 1,85 metros. La teoría se entretiene demostrando falencias (ya sean reales o ficticias) completamente generalizadoras como odiosas de la gente de 'alta altura'.
'El subte estaba todo así apretado, viste? Parecemos ganado, parecemos. La verdad se viaja cada vez mas peor. Y cuando pasabamos por Agüero, y yo del lado de la puerta que abre en Plaza Italia, viste? Entonces sube el chabón, haciéndose el no se qué, subido a los zancos el gil. Soberbio en la mirada como mirándonos de un rascacielos. Tarado! No se qué me miraba el bobo. La debe tener chiquita, debe coger mal. Mucho alto al pedo, viste? Y son los peores. Caen más fácil. Entonces lo miré! Casi me da tortícolis pero lo miré. Encima rubiecito de pelito planchado, bronceadito, un gilastro, nene de mamá. Es obvio! Y lo que era de esperar se comió los mocos. Se bajó en la próxima! Del lado de mi puerta; lo bajé yo mas vale, mitad con la mirada y mitad con el empellón que le metí al perro miedosos ese. Ni mu me dijo, ni mu'
Klaus se sentía poderoso con su victoria sobre un Goliat bonachón que seguramente no se percató de su existencia. Pero el Pobre Klaus no medía ni un milímetro más que antes de subir en la estación Olleros.

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