miércoles, 2 de mayo de 2012

Eau d' Sarmiento

El Sarmiento es una fábrica de olores. A medida que los pasajeros suben cada uno con el suyo, se van gestando nuevos sabores (de olores), y también influye el olor que deja el que se baja. Porque si se bajara un telemarketer (abundante perfume berreta obvio) en Ramos Mejía, no sería lo mismo que si lo tuviéramos hasta Floresta. Su estela quedaría impregnada por mucho más tiempo y capaz se uniría al nauseabundo y orínico aroma (de pis claro está) del vagabundo de Morón que justamente me mira con gesto adusto con una de sus tres zapatillas en la mano. La fragancia madre en las zonas aledañas al furgón y en el mismo, es la de una planta incinerada, cuyo nombre científico es denominado cannabis sativa. Desconozco más información sobre la misma, pero en materia de olores, parece haber mucha variedad, que dependerá de la hoja utilizada. El olor más común suele ser espeso, dulzón y simpático. Su mezcla con un olor X, digamos, un sandwich de milanesa calentito, casi siempre combina bien, siendo de los aromas más fieles en el arte de la coctelería olfativa. Los días de verano o los de mayor concurrencia, llámese hora pico por el que lo frecuenta, o ganado humano, por mí (donde no podría estar escribiendo esto) el factor sudor juega un papel preponderante por su variedad...ya sea en sus versiones onion or cheese. (Véase cebolla o queso en el diccionario sajón)

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