jueves, 24 de mayo de 2012

Número 7 (primer ensayo de canonización de una mujer)

No era tan fácil entrar en su mundo. Su mundo consistía en su ideología, su mirada, su familia y muchos sueños. Si, es verdad, era blanco de burla (en chiste) de muchos, por su mundo. Pero la mayoría la quería. Cómo no quererla?
Alejada ya de la banalidad y más cerca del espíritu, pero siempre pellizcada por un sistema inevitable del mundo en que vivimos, iba con apariencia despreocupada y pacífica. Habría que esperar que se abriera para descubrir si su apariencia coincidía con su alma. Algunos veneraban su pureza. La pureza que mostraba. Reconozcamos que hasta que no se conoce a alguien todo queda en apariencia.
Y a veces su apariencia era obstinada, porque ademas de contar su verdad parecía menospreciar a los que pensaban diferente. Quizás sea lo poco que se le pueda juzgar, o alguna que otra contradicción entre teoría y hecho.
Cuanto mas la halagaban en su belleza física mas parecía ofuscarse. Entiendo que era una linda mujer, pero se perdían de conocer la maravillosa persona detrás de esos ojos lindos. Sería dificil enamorarse de ella, intuyo. No he tenido la oportunidad, pero varios seguramente si. Pienso que ella esperaba un equilibrio perfecto entre ella y esa otra persona. Entonces, cuando le hablé por primera vez, o creo que ella a mi, fue raro. No era ella en apariencia (la ella que conocí despues). Estaba disfrazada de mujer recta, de oficina, estirada por el pelo y pintarrajeada. La pensé mala, prejuicios son prejuicios. Y después ya vestida de ella le tomé un cariño abismal. Provocaba ternura esa pequeña, lo juro. Y fue ahí que entendí que más alla de resurrecciones, dietas vegetarianas, Mexico, Mayas y viajes, había una persona especial, pero común, y merecía bajar un rato a disfrutar del asqueroso chusmerío. Lo de los dichos antiguos que solía decir, lo dejamos para después; hoy tengo ''mas problemas que los Pérez García''.

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