miércoles, 30 de mayo de 2012

Conclusiones de Barrio

Astor caminaba las calles del barrio y sacaba conclusiones. A veces eran tremendamente estúpidas e inservibles, y otras menos, interesantes pero disparatadas.
Conocía el barrio como la palma de su mano, y la historia de cada casa y cada habitante de ella. Sabía de lo de la madre de Benito, el loquito de la patineta; la vieja tenía una aventura con el Huevero y parece ser que es el padre del chico.
No se le escapaba ni un chisme al chusma de Astor. Se había enterado en esas reuniones de Manolo (el verdulero) casi de yapa, de la última de la Profesora de inglés. Astor salió feliz de la verdulería con su ramo de perejil y el chisme fresquito; la doña se iba a Francia todo pago con la novia nueva; una podóloga muy reconocida del Barrio San Francisco. No dejaba títere con cabeza cuando de chismes se trataba.
Pero no todo es chusmerío. Lo mas resonante son las historias. Y así como las había gratas como el reencuentro despues de la Guerra de Malvinas de los hermanos Gorziglia, las había también pardas.
El pobre infeliz (le digo así porque le hizo con su infelicidad propiamente dicha la vida imposible a la santa de su mujer) del de al lado del peluquero perdió a su hijo en un accidente de autos. Esa historia era trágica, más conociéndolo al tipazo que era. Lindo por dentro y por fuera repetían las habitué de la Farmacia Domingo.
Pero Astor despues de meses de andar las calles como siempre, y siempre, con un mandado en la mano, cerraba una de sus conclusiones más elaboradas; ''el hecho de acumular diarios viejos y apilarlos es síntoma de depresión''. Como siempre víctima de su infinita nostalgia, viajó a la época de ese Ministro de Economía que había dejado sin trabajo a su padre. Y el padre de Astor jugaba en sus ratos libres (mas libres que nunca) a leer diarios viejos, a colocarlos en una aburrida pila casi tan inestable como sus sentimientos y mas ''blanquinegra'' que sus ganas. Estaba deprimido y el hobbie del deprimido es apilar diarios. Como apilando un recuento de errores, cargas y todo tipo de estamentos de un peso insoportable (gracias Kundera) de cargar.
Entonces la hipótesis se comprobaba empíricamente cuando Astor pasaba por la casa del infeliz del de al lado del peluquero (cargando unos kilos de papa y botellas de aceite) y observaba casi como una Tour Eiffel de clasificados, suplementos de economía y finanzas, y policiales, entre otros. Cada uno mas pesado que otro y mas cargado de todos esos malos augurios. Uno mas depresivo que otro. Uno mas infeliz que otro.
El padre de Astor había podido salir de esa depresión. Ya recortaba retazos de revistas con fotos coloridas, o sinó le regalaba a Astor y a su madre algún recorte donde salía el nombre de alguno de ellos. La felicidad de las revistas era toda del padre de Astor.
Pero, y el infeliz del de al lado de la casa del peluquero? Señores, perdió un hijo, no un trabajo. No sean tan estúpidos en pensar que se va a conformar con recortar figuritas.

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